miércoles, 6 de agosto de 2014

Ma, me, mi, mo, mu

Segunda entrega de relatos que terminan con una frase que se corresponde con una serie paronomástica; es decir, una consonante + cada una de las cinco vocales en su orden natural.

«Era un espectáculo infantil. En el escenario, un zagal y su perro conducían el rebaño de vacas de vuelta al establo. La ternerilla, nacida pocos días antes, trataba de amorrarse a la ubre de la madre. En el campo, recién sembrado, no lejos del camino, un mimo parlanchín -¡cosa sorprendente!- hacía las veces de espantapájaros.
¡Hola, zagal! ¿Qué tal la mañana? ¿Ya han comido las vacas?
Sí, ya han comido.
¿Todas?
Sí, todas.
¿Y Blanquita? ¿Ya mamó? Porque parece que tiene hambre.
Sí, creo que sí… aunque yo no la he visto.
Y tú, Canelo, ¿la has visto mamar?
No. ¡Guau!
A ver, Blanquita. Di. ¿Ya mamaste?
Mamé, mimo. ¡Mu!»

Como decía en Ba, be, bi, bo bu, no es sencillo este juego/ejercicio, sobre todo si quieres crear un relato verosímil.

«A ver. Esto va de mujeres singulares. Te voy a mencionar a seis mujeres, ya fallecidas, que fueron especiales en su tiempo por alguna circunstancia de su vida. Con los pocos datos que te voy a dar, quiero que me indiques las tres que a ti te parecen más dignas de recuerdo. Veamos:
• María Micaela Villegas, conocida como La Perricholi, actriz de teatro peruana del siglo XVIII.
• Juliette Dodu, heroína francesa de la guerra franco-prusiana de 1870.
• Mary Kingsley, escritora y exploradora inglesa de finales del siglo XIX.
• Frances Dade, conocida como Lorelei Lee, actriz estadounidense de los años veinte y treinta del siglo pasado.
• Clara Campoamor, política española de principios del siglo XX, defensora de los derechos de la mujer.
• Diana de Gales, más conocida como lady Di, primera esposa del príncipe Carlos de Gales.
Dime ahora las tres que eliges.
Dade, Di, Dodu.»

Paciencia y perseverancia son los dos elementos básicos para este entretenimiento. Si el resultado no es de tu agrado, vuelve a empezar. Nadie te presiona. Solo se trata de pasar algún momento agradable. ¡Ánimo!

«El emperador romano Vespasiano murió a los 69 años a consecuencia de una diarrea aguda. Postrado en el lecho de muerte, rodeado de su familia, su hijo mayor le preguntó quién debía ser proclamado  nuevo emperador, él o su hermano. Vespasiano, con un hilo de voz, pero enérgico, respondió:
¡Tate, Tito! ¡Tú!»

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